martes, 3 de junio de 2014

Antes de entrar a Tiahuanaco - Puma Punku.

Desde los tiempos que quedaron impregnados en la piedra finamente labrada vengo llegando. Es como si fuera ayer, nada mas, que mis pies caminaron por sus huellas milenarias, por las tierras lejanas en el tiempo y la distancia. Allí donde miles de personas cual procesión inaudita y no reconocida van maravillándose de tanto misterio a la vista.

Vidas pasadas, sueños ancestrales, destinos cruzados en el tiempo eterno, todo al mismo tiempo y en el mismo lugar, todo ha pasado pero todo queda tal cual sin que ni el viento pueda borrar la huella de los muchos caminantes por los caminos del universo maravilloso.

Mis oidos abiertos a los murmullos que el viento trajo repentinamente, los ojos que no podían creer lo que sucedía, la mente despierta en la conciencia de la tierra dándose cuenta que la naturaleza hablaba a mares, a lagos, en torrentes de polvo rojizo envolviendo cuerpo, sueños y esperanzas. 

El viento del sur sopló fuerte, desde allá vienes dijo, con fuerza repentina y fresca levantó velos de polvo milenario, o bien para cubrir lo que no se debe ver o para ver más de lo que esperaba. Asi mismo asomó el viento del norte, repentino, sin tregua, en un baile de aires enlazados y vestidos de polvo rojo, me envolvieron en una danza inesperada y que ya no habré de olvidar.  

El viento que bajó del norte fue mas suave, como diciendo así te irás y así retornarás, en los tiempos que hayas de vivir. Mi cuerpo fue purificado por el viento y la tierra antes de pisar Puma Punku.

Gracias naturaleza por semejante recibimiento, lo tomé así, así lo guardo en mi corazón, por siempre, se quedó ese instante en lo eterno de mi ser. 


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