Hubo un instante en que el sol alumbró mi ventana, era una verdad que había salido desde la oscuridad, es tan impresionante ver en la naturaleza la respuesta a aquello que nos interesa, no deja de maravillarme esto, y no sé cómo entregarlo a otras personas para que también se maravillen.
Sentí un malestar (así lo voy a graficar) el domingo en la tarde, que duró hasta el amanecer del lunes, y no sabía qué exactamente había ocurrido, imaginé varias posibilidades, algo estaba pasando pero no sabía que era exactamente.
Ayer martes, en la noche, leí una frase en internet y eso fue suficiente para entender perfectamente qué había ocurrido el domingo. Fue una de esas casualidades, que no son casualidades, sino una perfecta sincronía con el universo lo que me llevó a ese momento, a entender qué había sucedido...
Hoy, los rayos del sol, que asomaron entre las ramas que esconden la vista de las montañas, me dijeron que la vida continúa, que siempre detrás de las nubes está el sol, que no importa qué suceda, al final siempre uno podrá ver la luz.
Estoy bien, agradecido de la vida y de las personas que a mi lado pasan, la vida es eso, un pasar junto a otros seres, los padres, los hermanos, la pareja, los hijos, los amigos, los colegas, en fin, todas las personas que por algún tiempo caminan junto a nosotros en este mundo de tres dimensiones. Qué hermosa es la vida y que enigmática, a veces, nos parece; sin embargo, el misterio queda al descubierto en algún instante de nuestra vida y allí todo se vuelve luminoso, claro, diáfano.
Atesorar instantes mágicos, aunque parezcan dolorosos, es una maravilla.